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30.9.11

Desarrollo tecnológico y carga mental van unidos de la mano

El desarrollo tecnológico de los últimos años y la creciente terciarización del mundo laboral han influido decisivamente en la evolución de la carga de trabajo, aumentándose cada vez más la carga mental. Cada vez más el trabajo requiere un contacto menos directo con los materiales y con la transformación de los mismos, quedando esta labor a cargo de las máquinas, los robots, etc. La persona, por tanto, es la responsable de controlar el funcionamiento correcto de estas máquinas. Ello supone tener que estar atento a una serie de señales, saber su significado y accionar los mandos correspondientes para conseguir la operación deseada.

La carga mental puede definirse como la cantidad de esfuerzo mental deliberado que debe realizarse para conseguir un resultado concreto, y está ligada a la necesidad de procesar un gran volumen de información así como a la toma de decisiones. Este proceso exige un estado de atención (capacidad de estar alerta) y de concentración (capacidad de permanecer pendiente de una actividad o un conjunto de ellas durante un período de tiempo) que puede conducir al empleado a altos niveles de presión.

Los accidentes vinculados al trabajo declarados aumentan, mientras que las enfermedades del trabajo son "pocas". Este hecho se debe a que muchas de las dolencias vinculadas al mundo laboral tienen un periodo de latencia largo y no se perciben hasta que el trabajador está jubilado.

El desafío de la medicina del trabajo en los próximos años será el de clasificar y diagnosticar adecuadamente esas enfermedades y, sobre todo, el de prevenirlas. Así, el acoso laboral es una problemática que existe pero no está reconocida como enfermedad laboral. Otro de los aspectos que se están trabajando en la actualidad es el abordaje de la crisis económica desde la medicina del trabajo.

Por otro lado, es importante que se trate la enfermedad en el trabajo como una patología que hay que sanar y prevenir, y no que castigar. El diagnóstico de una enfermedad profesional depende mucho de la relación causa-efecto, ya que cuando se trata de un tipo alérgico es más o menos fácil reconocerla, sin embargo cuando se debe a sobreesfuerzos de trabajo se tarda más.

18.9.11

El síndrome del quemado

El burnout es uno de los daños más importantes asociados al estrés laboral, un término anglosajón cuya traducción más habitual en nuestro idioma es estar quemado, desgastado, exhausto y sin ilusión por el trabajo. Sus tasas de prevalencia oscilan entre un 10 y un 50 por ciento de los trabajadores, en función de la profesión, y se detecta mayor afectación en ocupaciones de tipo asistencial o de servicios, como la sanidad o la educación.

Dependiendo del grado de implicación o dedicación a las tareas del trabajo hay test que permiten un diagnóstico específico diferenciando hasta tres perfiles diferentes de afectados: 'frenético', 'sin desafíos' y 'desgastado'.

El tipo 'frenético' trabaja cada vez más duro hasta el agotamiento, buscando éxitos a la altura de la tensión ocasionada por sus esfuerzos, y se caracteriza por una implicación excesiva, grandes ambiciones y por la sensación de abandono de la vida personal y de la salud en el trabajo. Está relacionado con el tiempo invertido en las tareas del trabajo y suelen incluirse los sujetos con jornadas partidas, pluriempleo o contratos temporales, situaciones que les obligan a implicarse mucho más para mantener el puesto de trabajo.

El tipo 'sin desafíos' lo conforman trabajadores que se encuentran insuficientemente retados, al afrontar condiciones laborales poco estimulantes y se caracterizan por su indiferencia, aburrimiento y falta de desarrollo personal en el puesto de trabajo. Sin retos, generalmente se trata de sujetos que desarrollan tareas monótonas o repetitivas y afecta más a los hombres, debido a que entre los varones las expectativas sociales en el ámbito laboral son mayores.

El tipo 'desgastado', ligado al tiempo que se lleva trabajando en la misma empresa, está formado por sujetos que se rinden frente al estrés o la ausencia de gratificación y se caracterizan por sentimientos de falta de control sobre los resultados de su trabajo y falta de reconocimiento de los propios esfuerzos, así como por el abandono o desatención de sus responsabilidades. Las personas con familia, o que viven en un entorno familiar agradable o con niveles intermedios de formación, presentan cierta protección frente al desarrollo de este perfil.

La situación es grave puesto que, por ejemplo, la Agencia Europea para la Salud y la Seguridad en el Trabajo estima que en torno a un 55 por ciento de las bajas laborales producidas en la Unión Europea están relacionadas con el estrés laboral y su coste económico anual asciende a unos 20mil millones de euros.

El síndrome del quemado tiene consecuencias muy negativas para el sujeto, originando trastornos psicosomáticos como alteraciones cardiorrespiratorias, jaquecas, gastritis, úlceras, insomnio, mareos o psicopatológicos como ansiedad, obsesión-compulsión, sensibilidad interpersonal, depresión, hostilidad, ideación paranoide, alcoholismo y adicciones.

1.9.11

Distintos motivos que ayudan a que perdamos nuestro puesto de trabajo

No siempre un despido se debe a la mala situación económica de la empresa o a no desempeñar correctamente nuestras funciones. Muchas veces la culpa de un despido es totalmente nuestra por haber cometido más de un error de los que a continuación se apuntan...

Cuando optamos a un empleo es bueno que vendamos nuestra experiencia y formación profesionales, pero intenta no mentir o hinchar demasiado el currículum por dos razones: la primera, porque más pronto que tarde te pillarán y quedarás en evidencia; la segunda, pueden creerse -aunque sea por poco tiempo- que dominas un campo -en el que por cierto nunca hiciste nada- y darte ciertas responsabilidades o tareas relacionadas con él. ¿Y cómo actuarías si te mandan hacer algo que no sabes pero que en tu currículum indicabas que eres un experto?

Sabemos que hay que tener mucha fuerza de voluntad para no llegar al trabajo, encender el ordenador y conectarse de inmediato al messenger, al perfil de red social preferida o a comprobar cada cierto tiempo si tenemos algún correo electrónico nuevo en la bandeja de entrada. Pero intenta entrar solamente en Internet si te es necesario para realizar tu tarea, si no, es mejor evitarlo, sobre todo, el acceso a ciertas páginas de contenido adulto.

El ordenador de la empresa está única y exclusivamente reservado para realizar funciones relacionadas con nuestro trabajo. Nada de navegar, chatear, responder correos personales, planear vacaciones o buscar un nuevo empleo. Sí, muchas personas utilizan los medios de su empresa para buscar nuevas oportunidades laborales. Si es tu caso, mejor que lo hagas en casa y de manera discreta, evita mandar currículums desde tu punto de trabajo, dar tu dirección de correo electrónico oficial, etc., ya que muchas empresas revisan los ordenadores o los correos enviados por sus empleados.

¿Quién no ha realizado alguna llamada personal en horas de trabajo? El problema viene cuando esas llamadas no se hacen en el período de descanso sino en pleno horario laboral, y no una llamada sino decenas de ellas. Pasamos mucho tiempo al teléfono comentando las vacaciones, los planes del fin de semana y charlando con la familia y descuidamos totalmente nuestro trabajo, que poco a poco comienza a amontonarse sobre la mesa. Y luego vienen las prisas y las entregas tarde y mal.

Los compañeros de trabajo terminan convirtiéndose en parte de nuestra familia o círculo de amigos al pasar tanto tiempo juntos. Por eso, es normal que las conversaciones con ellos giren en torno a temas que nada tienen que ver con el trabajo. Pero si no quieres verte en la cola del paro nejor evita propagar rumores o bulos o centrar tus conversaciones en críticas hacia otros compañeros. Porque una de las cosas que más enrarecen el ambiente laboral son los chismorreos, los cotilleos...

Caerle bien a todo el mundo es algo imposible, siempre habrá alguien que nos envidie o con el que no conectemos. Pero la cosa se pone mal si todas las personas que te rodean se llevan mal contigo o simplemente no tienen ese feeling para trabajar en paz y armonía. Si es imposible formar un equipo con tus compañeros o si ninguno de tus subordinados te guarda respeto o no te apoyan, entonces la empresa tendrá que prescindir de ti y buscar a alguien con el que sea más fácil trabajar.

Si alguien te culpa de algo y tú no has tenido nada que ver, entonces estás en tu derecho de decirlo y no asumir esa responsabilidad. Pero si el error es tuyo, asúmelo aunque tenga consecuencias. Jamás se te ocurra echarles la culpa a los otros porque tarde o temprano todo se sabrá y quedarás no solo como un cobarde sino también como un aprovechado y una persona que no sabe trabajar en equipo.

Muchas veces por falta de tiempo o simplemente por pereza optamos por no repasar nuestro trabajo pensando que está todo perfecto, y así se lo entregamos al superior. Mal hecho. Comprueba siempre las cosas antes de entregarlas, haz una segunda lectura, y si consigues que otra persona lo revise, mejor. Porque un error en una cifra, en una previsión o en un dato puede provocar el fracaso de la operación o proyecto.

¿Sabías que muchos despidos laborales se producen justo después de la típica comida o cena de empresa en Navidad? Y esto se debe a que más de uno se relaja demasiado y comienza a beber una copa, y otra, y otra, y pierde las formas justo con el jefe y los superiores sentados al lado. Pero también ocurre en comidas de trabajo, en los aperitivos cuando se trabaja en equipo, en reuniones informales... Opta siempre por refrescos o agua, nunca bebas alcohol en horas de trabajo.

Y por último, otra de las causas de despido más frecuentes es el fin de una relación sentimental con el jefe. Si la relación finaliza pero ambos quedáis como amigos, entonces no habría ningún problema, pero ¿qué pasaría si termináis fatal? Pues la respuesta es muy sencilla, quien manda es el jefe/a y quien va a engrosar las listas del paro no va a ser precisamente él/ella.