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20.10.10

Hábitos a erradicar para triunfar en nuestra empresa

Ser agradecido con los demás, pedir disculpas cuando toque, reconocer los propios errores o no ser propagador de rumores o críticas destructivas (falsas o ciertas) son algunos comportamientos que nos ayudarán en nuestra trayectoria empresarial. Y es que si progresar y triunfar en el mundo de los negocios ya es de por sí complicado, lo tendremos mucho más difícil si aplicamos alguno de los siguientes malos hábitos que proliferan dentro de los distintos lugares de trabajo y que lo único que consiguen es perjudicar nuestro prestigio y el de nuestra empresa.
Son muchos los que creen que poniéndose en lo peor se protegen de que algo salga mal y van preparando al cuerpo de esta manera para recibir la mala noticia. Pero en su empresa uno debe ser siempre positivo, optimista. Y es que la gente siempre tiende a evitar o alejarse de aquellas personas que representan la negatividad pura y constante.
Estar continuamente hablando de nosotros o empezar las conversaciones con el "yo digo, yo creo, yo soy de la opinión de, a mí me parece que..." creará una infranqueable barrera entre nosotros y el resto al dar la sensación de que no queremos formar parte del equipo sino que pretendemos ir por libres o decidir por los demás.
Uno de los principales factores que más desestabilizan el ambiente de trabajo son los rumores o las críticas negativas y destructivas. Una crítica sobre un compañero de trabajo o sobre el jefe al final acaba por extenderse y conocerse, y lo más grave es que al pasar de una persona a otra termina desvirtuándose por completo el mensaje inicial e incrementándose la carga negativa de la crítica o el rumor. Así que si hay que desahogarse, mejor en casa y con la pareja, donde nadie nos escuche, donde además no haga daño.
Los hay que retienen información para no ver perjudicada su trayectoria laboral. Otros lo hacen por miedo a que alguien la pueda utilizar en su beneficio y les supere en la empresa. Y otros lo hacen sin querer al no delegar trabajo en los momentos de mayor estrés. Pero al final retener información y no pasarla debidamente termina influyendo negativamente en todo el grupo, incluido nosotros.
Cuando alguien proponga algo, sin importarnos el rango de esa persona hay que dejarle acabar. Debemos acostumbrarnos a escuchar siempre antes de comenzar a hablar. Y cuando sea nuestro turno no empezar bruscamente -si no nos ha convencido la idea- con coletillas negativas del tipo "No..., Gracias pero no...". A menos que uno sea tonto, un insensible, o ambas dos, siempre se podrán argumentar bien los motivos del porqué.
En la vida hay que evolucionar y progresar y no quedarse anticuado, anclado en un pasado por muy exitoso y funcional que éste haya podido ser. El dicho que afirma que cuando algo funciona para qué tocarlo, no funciona siempre en la constante vorágine y evolución del mundo laboral porque hoy se puede estar arriba pero mañana podemos no estarlo.
Tener ambición -sana- y ser competitivo es algo positivo en el mundo empresarial y en la vida en general, pero convertirlo en una verdadera obsesión y tener que ganar obligatoriamente siempre y caiga quien caiga lo único que hará será influir negativamente en nuestro comportamiento.
Ser orgulloso tampoco ayuda. Si se ha cometido un error, hay que decirlo. Y si tenemos que pedir perdón, se pide. Porque este comportamiento abierto y sincero dirá mucho de nosotros y de nuestra integridad como persona o empresa, y además nos servirá a corto o largo plazo para ganar más aliados, clientes y gente que nos apoye. Y si hay que reconocer un error o pedir disculpas cuando sea necesario, otro consejo es el de ser agradecido. No debe darnos vergüenza decir un "gracias" o reconocer un trabajo determinado, el apoyo o la fidelidad de aquellos que nos rodean y trabajan con nosotros.
Finalmente, el demasiado amiguismo también es contraproducente. Ayudar a un amigo que encima es todo un profesional puede estar bien, pero premiar tan solo a los favoritos, a los que nos caen bien, al final será perjudicial para todos, sobre todo para la empresa porque lo que estamos haciendo al premiarles es crear una corte de aduladores, y cuando alguien sabe que tiene el trabajo asegurado porque es "amigo del jefe" acaba por no hacer nada, descuidando su trabajo y volviéndose un inepto.

19.10.10

AAA. El evidente poder de las agencias de rating

Aunque se trata en muchas ocasiones de empresas centenarias, las agencias de calificación de deuda (o de rating) al ciudadano de la calle le están comenzando ahora a resultar familiares a causa de los duros tiempos de crisis económica que nos está tocando vivir. La imagen de estas no es lo que se dice encantadora: la irrupción de estas empresas en los últimos tiempos con sus informes les hacen parecer una especie de ogro que aterroriza los mercados. Pero, infundados o no, estos temores no son para ignorarlos. Es cierto que en ese maremágnum casi arcano de letras mayúsculas y signos aritméticos hay parte de lógica matemática y también, por qué negarlo, de artes adivinatorias algo oscuras, pero obviarlo sería un error, por tanto: ¿Qué debe pensar un ciudadano anónimo al ver esas recalificaciones de la deuda de su país? Para empezar debiese pensar que será más cara la financiación del Estado y las empresas y que puede afectarle en cuanto a que los créditos a los que puede acceder probablemente serán más caros y escasos.
¿Cómo funcionan? Las agencias de calificación crediticia son empresas que, por cuenta de un cliente, califican unos determinados productos financieros o activos ya sean de empresas, estados, gobiernos regionales... Sus notas valoran el riesgo de impago y el deterioro de la solvencia del emisor. Para ello utilizan modelos econométricos en los que emplean distintas variables como la deuda acumulada, la velocidad en devolverla, etc. que les sirven para valorar el potencial económico del sujeto analizado. Estos datos informan, por ejemplo, de si una inversión en un determinado producto financiero (acciones, letras del tesoro...) es arriesgada, analizando la posibilidad de que el inversor cobre los intereses y de que recupere el dinero una vez vencido el producto. El problema radica en que nadie sabe el modelo que utilizan para calcularlo. Cobran por hacerlo, pero no te dicen sus variables. Lo que sí se sabe es que en los últimos siete años no han modificado sus modelos y estos tenían fallos. Pero este sector funciona casi como un oligopolio controlado principalmente por tres compañías neoyorquinas (Standard & Poor's, Moody's y Fitch) que dominan aproximadamente el 90 por ciento del mercado. Y aunque cada una tiene su propio sistema de calificaciones, estos son muy similares. Generan muchas dudas porque la agencias de rating además no siempre aciertan. La gente les cree y por eso tienen influencia a corto plazo, pero a largo plazo lo que predominan son otros factores. Encima, debieran siempre actuar responsablemente y con rigor, sobre todo en momentos tan sensibles y difíciles como los presentes pero, ¿lo hacen?
La verdad es que estas empresas no pasan por un buen momento de credibilidad. Sus ocultos modelos de valoración ya comentados -se cree además que no disponen siempre de todos los datos necesarios-, algunas polémicas sobre sus valoraciones interesadas y su funcionamiento dejan demasiados interrogantes. Y es que si la agencia que sea pone una calificación a tus activos que no te convence, puedes no pagar, así que les interesa poner AAA porque si no el cliente podría irse, es absurdo pero se intuye que -esperemos y suponemos que no siempre- el asunto funciona así.
Luego están sus fallos. Y es que estas agencias han demostrado sus carencias en crisis como la de Enron y en los primeros estadios de la presente crisis financiera -donde, por ejemplo, Lehman Brothers tenía una buena calificación justo antes de su debacle-. No obstante, y todavía así, tienen el poder de desestabilizar las economías nacionales. Por ello, la Unión Europea por ejemplo quiere reglamentar el funcionamiento de las agencias para que estén bajo su supervisión y parece que no se descarta la creación de una agencia pública europea, ya que, aunque se dude de su funcionamiento se reconoce que el efecto de estas agencias es muy positivo tanto para emisores como para inversores. Aunque parece evidente que esta no debiera ser la solución ya que, siguiendo con el mismo ejemplo, una agencia pública europea tendría un interés muy claro en valorar positivamente la deuda de los países miembros y la de los países dependientes. Tendría la misma credibilidad que las privadas, pues.
Antaño, estas agencias tenían los incentivos correctos porque sus clientes eran los inversores y la agencia debía decirles la verdad. Volver a ese punto podría ser la solución, pero es muy complicado: a la velocidad que corre hoy la información, esos informes estarían en la red en horas y se les acabaría el negocio. Por eso, una posible solución intermedia podría ser que fueran los organismos públicos quienes indicaran qué agencia debiera valorar la deuda de un determinado país o empresa.
Pero de momento, no hay alternativas a estas agencias. Las instituciones se pueden negar a que les califiquen su deuda -algunos incluso lo han hecho-, pero claro: eso provoca una situación complicada ya que pocos se fiarán de los que actúen de ese modo y vender su deuda resultará más caro. Es salirse del sistema y eso no sale gratis. Es evidente que estas agencias nos tienen cogidos por los... a todos.

14.10.10

El negocio de la publicidad en Internet va viento en popa

En un marco de crisis económica y financiera, la publicidad siempre solía convertirse en la primera de sus víctimas, y esta vez no ha sido diferente... salvo en Internet. Así, según los datos del informe de la Interactive Advertising Bureau (IAB) elaborado por Pwc, no solamente es que resista a la recesión sino que en este periodo de incertidumbre ha crecido ininterrumpidamente, incluido el primer semestre del presente año 2010. En Estados Unidos, con fuerza además, subiendo un 13 por ciento en el segundo trimestre (abril-junio) y situándose en los 12.100 millones de dólares, que supone un volumen récord trimestral. Aplicando una proyección interanual a este ritmo de ingresos, la facturación superará también el récord anual de 2008 de 23.400 millones de dólares, apunta el informe. Se trata de un volumen que triplica las cantidades que se invirtieron durante la burbuja puntocom y que multiplica por cinco el dinero que se movió en plena depresión 2.0 durante el año 2002. Pero pese a lo deslumbrante del cheque a los medios en línea, el gigantesco pastel de ingresos, no obstante, tiene un reparto bastante desigual.
Entre los espacios con mejor comportamiento, la publicidad contextual en búsquedas ocupa el liderazgo indiscutible con el 47 por ciento del total. Detrás de este guarismo se encuentra el tradicional dominio de Google, el gran bróker publicitario, que sigue siendo el indiscutible número uno del sector gracias a su sistema AdwordsAdsense, que comparte parte de los ingresos con los editores de blogs y medios de comunicación que incluyen estos anuncios en sus páginas, y a la potencia de sus propios soportes (buscador, Gmail, Youtube...). Por detrás se encuentran los tradicionales banners, que acogieron el 23 por ciento de los dólares invertidos, y el emergente formato de vídeo, que ya supone el 5 por ciento del total. La incorporación de publicidad en Youtube y en los elementos multimedia de los medios de comunicación apuntala esta nueva tendencia que entra en competencia directa con la visualización de anuncios en televisión, que era hasta ahora el soporte rey. La concentración publicitaria de los oligopolios de televisión ha sido sustituida por otro tipo de concentración dominada por los buscadores.
Uno de los aspectos más destacados, según el informe de IAB, es la creciente concentración de los ingresos publicitarios en pocas manos. Entre las diez mayores empresas se reparten el 70 por ciento de la cosecha publicitaria, mientras que las compañías que se encuentran entre undécimo y vigésimo puesto en ese ránking se reparten otro 12 por ciento adicional del mercado. Por tanto, en las cuentas corrientes de una veintena de corporaciones se ingresaron 82 de cada 100 euros que se invirtieron en publicidad sólo en los Estados Unidos.

9.10.10

"¿Crisis? ¿Qué crisis? No me vengas con cuentos"

"¿Que el paro golpea a millones de personas en todo el mundo? ¿Que dices que no saldremos del agujero hasta dentro de muchos años? Pues yo, yo no noto nada”. Son los crisiescépticos, aquellos que se refugian en una burbuja y encaran el futuro con una dosis extra de esperanza. Otra perla: "Y a ti, ¿te está afectando la crisis? Me refiero a tu vida normal...”. “No, de momento no la noto. Bueno sí, hay menos gente en todas partes. Pero eso es bueno, ¿no? Ir a cenar y no tener que esperar mesa...”.
Para algunos ciudadanos, esa dama misteriosa que es la crisis económica que cada mes se las apaña para despedazar nuestra nómina (una parte para la letra del automóvil, otra para la hipoteca, los gastos de comunidad, la factura del teléfono, uf uf, que no me llega...) hasta dejarnos sin blanca, no existe. Más aún: cuando cientos de miles de familias están en riesgo de mora y millones de personas forman parte de las listas del paro, ellos se manifiestan “felices”, “despreocupados” y con una relativa “confianza” en el día que está por venir. Estas son algunas de las características que definen al individuo que los expertos ya han definido como el “adulto inconsciente”. Sus rasgos resultan familiares. Se trata de individuos, generalmente de entre 20 y 35 años, con títulos universitarios, solteros y sin cargas familiares. Perciben el dolor como algo ajeno. En su círculo de amigos no hay padres con temor a no poder pagar el colegio de sus hijos o mamás de cuarenta y tantos que se quedan en el paro, así que pueden consumir y divertirse sin remordimientos. Nada les hace temer lo que está por llegar. Los adultkids (personas físicamente ya adultas que, no obstante, reaccionan como niños) se apoyan en la prolongación de la adolescencia, no tanto como una actitud personal voluntaria, sino como un “mecanismo de supervivencia” ante el bombardeo de noticias pesimistas que vienen de fuera. Y aunque este comportamiento no está oficialmente catalogado como una enfermedad psicológica (en el Manual de Diagnóstico de los Trastornos Mentales es una “simple” neurosis, que el doctor Alan Kley destapó en el año 1983), los especialistas vuelven a poner la lupa sobre éste y otros comportamientos de “autodenfesa” que han crecido al albur de la crisis.
El divulgador científico y economista E. Punset explica en su libro 'El alma está en el cerebro' que “por naturaleza tendemos al optimismo. Evolutivamente, esto nos ha permitido sobrevivir”. El escepticismo, en cambio, “exige esfuerzos y es costoso”, por lo que muchas personas prefieren instalarse en la despreocupación, si bien este refugio mental conlleva algunos peligros. “Se puede actuar alocadamente en las cosas pequeñas. Ahora bien, cuando se trata de asuntos importantes -y una crisis económica mundial lo es-, en contra de lo que sería nuestra propia naturaleza optimista, vale la pena echar mano del escepticismo y prever planes de contingencia”, defiende.
El problema radica en que ni las pérdidas millonarias de los hombres trajeados de Wall Street ni los aullidos financieros que comenzaron a expandirse desde EE.UU. en el agosto negro de 2007, fecha en la que reventó la crisis de las ‘hipotecas basura’ (subprime), lograron aturdir a ese grueso de crisiescépticos. Y, todavía pasado más el tiempo, son muchos los que continúan estando en la inopia, afirmando incluso que "la crisis económica no es más que una invención de los periódicos. Al fin y al cabo, hay más gente que padece migraña que el desempleo”. ¿A qué se debe esta aparente frivolidad?
Para Fredy Kofman, autor del best seller 'Metamanagment y la empresa consciente', las sociedades y los gobiernos adolecen de flaquezas similares. Tras más de veinte años de estudio del liderazgo, llegó a la conclusión de que la “inconsciencia del sistema” (llámese Estado o Gobierno) lleva a los dirigentes a actuar de forma arbitraria, impredecible. Y esta actitud se convierte en un espejo poderoso para el ciudadano, que, instalado en el cortoplacismo, no teme la indigestión de “créditos, gastos, e ilusiones de consumo”. Entonces, el individuo se lanza a la caza de objetos, pequeñas dosis de felicidad, que pueden venir en forma de caja de zapatos, televisor LCD de última generación o una escapada vacacional. Según el autor, este comportamiento cuenta con la complicidad de los gobiernos, que asumen la promesa implícita de tender la mano a sus votantes si algo sale mal. ¿Hasta el punto de tener que inyectar miles de millones para refinanciar hipotecas, bonificar contratos, "dar" cheques-regalo-compravotos...? Hasta ese punto. "Se trata de evitar a toda costa las consecuencias de esa inconsciencia original”. No importa a qué precio. Es decir, no se exige a la sociedad que cambie de comportamiento. Nada de eso. “Lo que hay es una domesticación de la inconsciencia de los agentes sociales”, subraya Kofman. La creencia ciega en que alguien tirará del arnés si la economía del hogar se tuerce es una válvula de escape que, aunque tiene algo de fantasiosa, supone un poderosísimo efecto burbuja. Es más, los especialistas coinciden en señalar en que esta coraza protectora crece en la misma proporción en que lo hacen los problemas financieros. Es posible sostener al temor “objetivando” a escala real lo que sucede. Nada del todo malo ocurre: no hay tanques en las calles ni aviones bombardeando las ciudades y, aunque agobiada, la mayor parte de la gente aún come tres veces al día y duerme sobre una cama. Así, habría que pensar que lo que sucede es ‘solamente’ la preocupación por no poder pagar el auto o la hipoteca. En situaciones de peligro mayores el cerebro está preparado para segregar hormonas para salvarnos en situaciones límite. Si no lo hace, replicaría un crisiescéptico, "¿no será porque las deudas son un mal menor?". La recesión no puede acabar deprimiéndoles, pues significaría que su felicidad depende sólo del bienestar que confieren una casa limpia y una cuenta corriente a raya. Visto así parece, incluso, un pensamiento casi espirituoso. Ahora bien, contra lo que no pueden luchar quienes ningunean la crisis es la incertidumbre. Ésta es una mala compañera de viaje en una recesión, porque uno siente que debe estar todo el tiempo preparado, en alerta, para no sé sabe muy bien qué. Lo malo es la incertidumbre en sí, no la muerte ni el tener menos dinero.
La tensión que en el fondo subyace tras un crisiescéptico tiene múltiples manifestaciones. La compañía RAB Capital pronosticó con varios meses de antelación un aumento en las ventas de cosméticos entre los países especialmente golpeados por una coyuntura recesiva. Dicho y hecho. En el año 2008, las barras de labios se convirtieron en el producto estrella de la cesta de la compra, con una facturación millonaria. Y continuó después. El pintalabios causa furor (especialmente entre las españolas y las inglesas). Aunque a los expertos, el furor por el carmín no les ha pillado desprevenidos ya que la venta desorbitada de barras se registró por primera vez durante la Gran Depresión (1929), año en el que la producción industrial de los Estados Unidos se desplomó un 50 por ciento. Más de 70 años después, Leonar Lauder, presidente de Estée Lauder Companies, elevó este fenómeno a la categoría de ciencia diseñando la teoría del pintalabios, evocada por la recesión que vivió Estados Unidos en 2001, tras los ataques del 11-S. Así, Lauder comprobó que su empresa estaba vendiendo más sticks de lo normal y, con los datos en mano, lanzó esta hipótesis: la situación de una economía se puede medir en función del nivel de compras de lápices labiales. Y es que en momentos de crisis, las mujeres empujan las adquisiciones de los artículos más asequibles y que, a la vez, les transmiten la dosis de autoestima necesaria para sortear las calamidades diarias. Las japonesas también se refugiaron en el lápiz labial a finales de la década de los noventa. La economía entró en depresión económica y la inversión en este pequeño objeto de lujo trepó casi un 10 por ciento. Otro de los tics desarrollados en épocas de crisis es la obsesión por tener un buen físico. Las matrículas en los gimnasios, se dispara en torno a un 20-25 por ciento, un gesto que ya se repitió a finales de los noventa, con los coletazos de la última recesión. Estar en buena forma no garantiza, en principio, tener un mejor puesto de trabajo. Pero ahora que los expedientes de regulación de empleo rondan las esquinas, la gente quiere estar preparada por lo que pueda pasar en el futuro. Perder un par de kilos y tonificar el músculo son una buena tarjeta de presentación. La clave está en poder gritar al mercado: "¡ey, estoy aquí, soy joven y dinámico. Quiero trabajar en tu empresa!". Y otro tic: aunque el sector público siempre ha hechizado a los trabajadores, en épocas de crisis los opositores crecen como setas. Cuando las empresas pliegan alas, los estudiantes, y también muchas amas de casa, se asoman a la Administración en busca de un puesto de trabajo. Les da seguridad y confianza. Por la misma razón, la englishmanía gana terreno. Incluso entre quienes presumen de tener ya un buen empleo y un mejor sueldo. Las academias más populares (Open English, Wall Street Institute...) estiman que, de media, han incorporado un 30 por ciento de alumnos más a sus aulas.
Los sexólogos también han propiciado un duro golpe a quienes alardean de que no notan el impacto de la crisis. Y es que algunos deberían prestar más atención a su actitud en la cama. El debilitamiento del ciclo económico hace que las personas se vuelvan “más conservadoras” en sus comportamiento sexuales. En épocas de inestabilidad financiera las personas buscan una certidumbre y las posturas más fundamentalistas cobran fuerza. Al contrario, las épocas de bonanza conlleva a una relajación de las costumbres que permiten un mayor aperturismo y permisividad hacia comportamientos sexuales distintos, incluso formas alternativas de convivencia familiar. El subconsciente, aunque no lo parezca, traiciona y de qué manera. Sólo así los expertos se explican que, en épocas de vacas flacas, los matrimonios aplacen la decisión de divorciarse por la mera supervivencia. El temor a perder la casa, cuya hipoteca difícilmente puede afrontar un solo miembro de la pareja, explica este fenómeno.
¿Qué se esconde tras estas conductas? La confianza, casi ciega, de que el futuro será inesperadamente mejor, una filosofía nutrida constantemente por los políticos. "Inmediatamente después de convertirme en presidente voy a enfrentar directamente esta crisis económica tomando todas las medidas necesarias para aflojar la crisis del crédito, ayudar a las familias trabajadoras y restaurar el crecimiento y la prosperidad”. Con este mensaje, el por entonces candidato a la Casa Blanca, Barack Obama, logró meterse a los estadounidenses en el bolsillo. El mundo, aturdido por una crisis sin precedentes, necesitaba un líder carismático, capaz de devolver la confianza allí donde solamente quedaban los escombros de una sociedad sobreendeudada. Los analistas de The Economist, la BBC o The New York Times... anunciaron el aterrizaje de Obama en la Casa Blanca como si fuera poco menos que la Segunda Venida de Cristo, el gran redentor de un país famélico tras el presidente Bush, el reparador de las heridas raciales y políticas y, en suma, el juez que traería la paz en el mundo. El Salvador ya estaba aquí, aunque las voces de quienes piensan que carece de un programa político para sacar a Estados Unidos del vertedero financiero del mundo tienen cada vez más presencia. En cualquier caso, para los analistas políticos, Barack Obama ya logró un “milagro”. Su campaña electoral, seguida y repetida en todos los rincones del planeta, sirvió, ante todo, para ganar tiempo. El famoso columnista George F. Hill, del Washington Post, dio las razones: "Su presidencia comienza como un ejercicio de psicoterapia para una nación que sufre una crisis de confianza".
Pero no nos engañemos, los ateos de la recesión tienen sus razones para serlo. Al margen de la difícil digestión oficial de la coyuntura adversa, los organismos internacionales (OCDE y FMI), el Banco Central Europeo o las entidades financieras nacionales de los principales bastiones europeos (Inglaterra y Francia) tampoco atisbaron con la suficiente antelación la que se venía encima al mundo financiero y, más tarde, su contagio a la economía real. Nouriel Roubini es una excepción, por lo que debiera convertirse en una referencia constante. Las profecías de Roubini pueden leerse en su obra Riesgo de un colapso financiero o los doce pasos del desastre que está por venir (escrita ocho meses antes del estallido de las subprime). En su artículo once, por ejemplo, explica que “el empeoramiento de la crisis del crédito que afecta a la mayoría de los mercados traerá consigo un drenaje casi completo de la liquidez en numerosas áreas de negocio, incluidas algunas de las que actualmente consideramos más líquidas. Se disparará el interbancario (…), la falta de confianza, la prima de liquidez exigida y la propia incertidumbre crediticia”. El documento también añadía: “Nos encontraremos con una recesión económica global conforme las pérdidas y la restricción del crédito se expandan por el planeta. Veremos pánico, ventas desesperadas y desplome en el precio de los activos que traerán consigo quiebras de entidades sistemáticamente importantes y ampliarán los negativos efectos financieros y económicos de la crisis”. Y por si no queda claro, continúa: “La política monetaria y fiscal serán ineficaces (…). La falta de confianza en las contrapartidas generará un deseo de acumulación de efectivo que hará impotente cualquier acción sobre los tipos de interés. Debemos estar preparados para lo peor: el colapso del conjunto del sistema”.

6.10.10

Buscando un primer empleo muy pasados los 40

Las preferencias laborales, el tipo de jornada de trabajo que se pretende, la disponibilidad de cambio de residencia, el nivel de estudios... Todo cambia con el pasar de los años. Lo más evidente es que crece la experiencia y, sin embargo, todavía hay un 4 por ciento de aspirantes a un puesto laboral que pasan de los 45 años y tienen menos de un año de experiencia. ¿Qué han estado haciendo durante toda su vida? Pues todavía no hay datos suficientes para poder hacer un estudio exhaustivo sobre el tema, se trata de un colectivo nuevo que ha salido a la luz a raíz de la presente crisis económica y que ha sorprendido a propios y extraños.
Veamos, en líneas generales, dónde suele encontrarse cada uno en condiciones normales en función de su respectiva franja de edad...
-Desde los 16 a los 25 años la mayoría busca su primer empleo (el 59%) y aunque la mitad cambiaría de residencia y viajaría sólo dependiendo de las condiciones, sólo al 35,6% le es indiferente el tipo de jornada. Uno de cada cinco (19,2%) tiene estudios secundarios. La búsqueda de empleo refleja que en esta franja de edad, un 26% afirma tener entre 3 y 5 años de experiencia y un 15% ha hecho prácticas o ha sido becario en alguna empresa. Entre las ofertas que más interesan están aquellas de atención al cliente (28%) y comercial y ventas (15%). La administración de empresas es la categoría en la que se inscribe otro 15% de los que buscan empleo.
-De los 26 a los 35 años, más de la mitad poseen estudios universitarios (51%) y un 46% está dispuesto a viajar, aunque solamente cambian de residencia en función de las condiciones (49%). A uno de cada tres (34,4%) le es indiferente el tipo de jornada, aunque casi el mismo porcentaje de personas prefiere que ésta sea completa (33%). Tienen ya entre 5 y 10 años de experiencia el 38% (dentro de un 60% que tiene alguna experiencia laboral).
-De los 36 a los 45 años, la amplia mayoría tiene estudios secundarios (42%) o universitarios (40%), prefieren la jornada completa (35%) y cuentan con más de 10 años de experiencia laboral (67%). Algo menos de la mitad cambiaría de residencia en función de las condiciones (49%).
-Para más de 46 años, casi todos tienen más de 10 años de experiencia (84%) y la mitad tienen estudios universitarios (45%) y cambiarían su residencia sólo dependiendo de las condiciones del trabajo (49%). Prefieren la jornada completa un 34,7%, y aquellos que buscan trabajo aspiran a empleos dentro del ramo de profesiones, artes y oficios. Pero dentro de este grupo de edad existe por lo que parece un curioso (y elevado) 4 por ciento que reconoce no tener más de un año de experiencia laboral. Son un colectivo del que se viene hablando mucho desde el comienzo de la actual crisis económica y que salieron por primera vez a buscar trabajo ante los problemas económicos de la familia.

4.10.10

Las diez empresas más valiosas del mundo

Hace apenas diez años nadie hubiera puesto la mano en el fuego por ello, pero a día de hoy, de las diez empresas mejor capitalizadas en Bolsa, cuatro son de origen chino, y tres de ellas tienen su sede central en Pekín. Los chinos, pues, han entrado con fuerza en la clasificación de las empresas más caras del planeta. Concretamente con una petrolera, una operadora de telefonía móvil y dos bancos. El resto de las diez mejores son norteamericanas, con ExxonMobile a la cabeza seguida de las tecnológicas Microsoft y Apple.
El top 10 de las empresas más caras del mundo sigue liderado por la mencionada petrolera norteamericana (pero a no mucha distancia se encuentra ya Petrochina) y la lista la completan, por el lado norteamericano, las tecnológicas Microsoft, Apple y General Electric, el gigante de la distribución Wal-Mart y el conglomerado de seguros Berkshire Hathaway acaudillado con mano de hierro por Warren Buffet. Por parte china, junto a la petrolera, se encuentran los dos bancos hegemónicos del país, el ICBC y el CCB y el operador de telefonía móvil China Mobile con sede en Hong Kong.
Este tipo de clasificaciones muestran de un modo indirecto cuál es la tendencia económica mundial. Las corporaciones norteamericanas dominan el panorama empresarial desde hace más de un siglo, pero ahora tienen nuevos competidores en extremo oriente. Y un dato a destacar, ¡ninguna empresa europea o japonesa se encuentra entre las diez más valoradas en Bolsa!
Clasificación... (de menos a más): 10. China Construction Bank (CCB). Sede central: Pekín (China). Capitalización: 150,7 mil millones de euros. Empleados: 297.000 / 9. Berkshire Hathaway. Sede central: Omaha, Nebraska (Estados Unidos). Capitalización: 153,1 mil millones de euros. Empleados: 246.000 / 8. China Mobile. Sede central: Hong Kong (China). Capitalización: 154,6 mil millones de euros. Empleados: 145.000 / 7. General Electric. Sede central: Fairfield, Connecticut (Estados Unidos). Capitalización: 155,3 mil millones de euros. Empleados: 304.000 / 6. Wal-Mart. Sede central: Bentonville, Arkansas (Estados Unidos). Capitalización: 155,6 mil millones de euros. Empleados: 2.100.000 / 5. Industrial and Commercial Bank of China (ICBC). Sede central: Pekín (China). Capitalización: 181,2 mil millones de euros. Empleados: 385.000 / 4. Apple. Sede central: Cupertino, California (Estados Unidos). Capitalización: 188,1 mil millones de euros. Empleados: 34.300 / 3. Microsoft. Sede central: Redmond, Washington (Estados Unidos). Capitalización: 203,5 mil millones de euros. Empleados: 89.000 / 2. Petrochina. Sede central: Pekín (China). Capitalización: 229,3 mil millones de euros. Empleados: 540.000 / 1. ExxonMobil. Sede central: Irving, Texas (Estados Unidos). Capitalización: 240,6 mil millones de euros. Empleados: Ochenta mil trabajadores.

3.10.10

Tener referencias para colocarse, toda una ayudita (al menos para el ánimo)

Según un informe de la compañía de recursos humanos Randstand, los demandantes de empleo confían más en la ayuda que les pueda aportar las referencias de sus conocidos que en su propia formación o talento, más incluso que en la suerte. Así lo pone de manifiesto el 45 por ciento de los más de 1.300 candidatos cuestionados durante los pasados meses de junio y julio.
El 'boca a boca' gana en importancia con la crisis, no solamente para acceder a una oferta de empleo 'oculta' que no llega a transmitirse fuera de la empresa, sino que también supone una garantía de cara al proceso de selección.
Según el mismo informe, las empresas no solamente buscan a trabajadores con la formación y experiencia necesarias, sobre todo tratan de asegurarse que el trabajador vaya a encajar en la dinámica de la empresa.
La red de contactos lleva desde familiares a antiguos compañeros de trabajo o clientes. El simple hecho de presentarse en una entrevista con una carta de recomendación siempre añadirá un punto positivo a la hora de ser evaluado, subraya el estudio.
Sobre la búsqueda de trabajo en las redes sociales, se advierte de que no todos los candidatos lo utilizan de forma adecuada, por lo que recomienda explotar al máximo los contactos.
Con todo, el conocimiento, la experiencia, el compromiso y la capacidad de trabajo continúan situándose como los valores tradicionales que decantarán la selección sobre un candidato.

2.10.10

En el punto de mira: ¿trabajadores o esclavos?

Según informa The Independent, Adidas, Nike, Puma... están bajo sospecha, y eso que este tipo de compañías han cambiado su estrategia en las últimos tiempos, sobre todo desde que a mediados de los años 90 una fuerte corriente crítica con el tipo de prácticas laborales que llevaban alentó al boicot de los usuarios hacia ellas fomentándose entonces el uso de inspecciones sorpresas y nuevas condiciones que, a priori, deberían dignificar las condiciones de los trabajadores. No obstante, estas visitas sorpresa dejan datos poco alentadores y colocan en mal lugar tanto a las propias marcas como a las compañías subcontratadas al respecto.
Así, el último análisis de la compañía norteamericana Nike no le deja muy bien parada, ya que de 479 fábricas inspeccionadas el pasado año, 168 no cumplen las normas que Nike había impuesto, lo que significa que tienen “serios fallos en todo el sistema” o una “total indiferencia” por los códigos de conducta. Una de cada cinco no proporcionó los contratos, no tenía negociación colectiva, forzaba ocasionalmente a niños a trabajar o el personal trabajaba siete días a la semana sin descanso. Algunas factorías incluían a trabajadores penitenciarios, establecían relaciones de servidumbre u obligaban a sus trabajadoras a realizarse test de embarazos obligatorios para, en caso de no pasarlos despedirlas. Los salarios, además, no solían alcanzar los ya de por sí bajos mínimos que sugiere Nike.
Los datos de Puma, patrocinadora, entre otros, de Samuel Eto’o o Usain Bolt, no son mucho más alentadores. Una de cada cinco (75 de 362) hace dos años que no realiza auditorias. Algo más de la mitad burla las normas relacionadas con el número mínimo de horas de trabajo o del salario básico. Tres cuartas partes no manejan las normas de salud en cuanto a la manipulación de productos tóxicos y las medidas de prevención de riesgos laborales son una utopía. La propia compañía reconoce que es complicado imponer su propia normativa interna porque la mayoría de estos intermediarios subcontratados tienen sus centros de producción en China o Vietnam, países cuya falta de transparencia y régimen dictatorial impide que se lleven a cabo o que se sancionen a los empresarios que incumplen las condiciones que intentan fomentar.
De las tres grandes suministradoras de prendas deportivas, Adidas es quizá la que menos información facilita de sus controles internos. La empresa afirma que el 60 por ciento de sus 1.200 fábricas cumple con sus normas, pero no facilita estas reglas ni tampoco ofrece datos de las auditorías fallidas. Tan solo ha comunicado que 38 de sus socios colaboradores podrían perder sus contratos por bordear el límite de la ilegalidad. Algunas fábricas manejan un registro doble de horas de trabajo: una para la inspección y otra real. El propio software de las compañías habría sido modificado para poder ensmascarar estos datos encriptados. Además, los capataces entrenan a los trabajadores para que respondan conforme a sus intereses bajo amenaza de castigo o despido.